
Ella le dice que le coma, que no le come nada. Él que al próximo beso no le separa ni Perriman. Silencio. Ella se levanta de la mesa muy dispuesta y le da un cariñoso beso en los labios. Paz. "Me vas a dejar en cueros", respondía él. Pero está de broma, es Chiquito, siempre lo está.
Así de maravillosamente se despedían los cómicos Chiquito de la Calzada y Paz Padilla ayer en el programa de Bertín Osborne "Mi casa es la tuya". Se ve que estaban en la suya pero la en mía acabaron por entrar risas y alguna media sonrisa. "Tiene gracia el jodío", me decían por aquí. A mí más que gracia, lo que me daba es ternura. Algo más desde que supe que su nombre real era Gregorio Esteban.
Porque si bien un señor mayor que, a la vez que anda medio hacia delante medio hacia detrás dando patadas, cuenta chistes también a diestro y siniestro, puede provocar rechazo. Este consiguió ganarse a la audiencia hace décadas y ayer no iba a ser menos. Aunque a la que se llevó de calle fue a su ya fallecida mujer, Pepita. O quizá ella era la que lo tenía en el bote desde que asistió como público a una de sus actuaciones y un Chiquito de 18 años se apresuraba a dedicarle una canción.
De Pepita también dijo que era muy celosa y que había mandado tapizar los asientos del coche en amarillo para que no se le subieran las gitanas. Que era el amor de su vida. Y de esto daba fe José Mercé, quien contaba que durante su estancia en Japón con Gregorio este prefería hacerle regalos a su Pepita que comer. Aunque estos regalos fueran una bolsa de rulos del pelo, como si en Epaña se nos hubieran acabado ya. Que ella lo era todo y fueron muy felices a pesar de no tener hijos. Y que cuando Pepita falleció le rompió el corazón y el sentío'. Acabada la entrevista yo ya quería plegarlo y llevarmelo a casa.
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